lunes, 18 de marzo de 2013

Hasta siempre Hugo, bienvenido Francisco


Por Arnaldo Bocco 
En tan sólo una semana tuvimos dos noticias conmovedoras. Murió Hugo Chávez, nació Francisco, nuevo Papa. Ambos acontecimientos parecen dos caras de una nueva moneda, y efectivamente lo son. Por su envergadura, son dos hechos trascendentes en un breve periodo de tiempo, con igual significante y con proyección de la importancia relativa que tienen para el nuevo mundo que crece, frente al otro, vetusto y triste, que se detuvo y en algunos casos amenaza con fracasar. 
La situación de comparar dos hechos muy fuertes es una muestra de los grandes cambios que empiezan a dar sus primeros frutos. Chávez, como Néstor, dieron la vida por el modelo global de sumergidos a emergentes y significaron y lideraron el proceso de evolución social  de nuestros países que, sorpresivamente, operan hoy como grandes jugadores internacionales, con impronta latinoamericanista que hoy, les pertenece. 
Hace ochenta años la viejas y atrasadas oligarquías exhibían diferentes proyectos sobre el desarrollo de la periferia, discusión que en el caso argentino comenzó mucho antes, en 1875, con el debate de la industrialización, de la mano Vicente Fidel López, enfrentado en el Congreso a liberales que promovían un mayor crecimiento de la deuda externa con el Reino Unido para financiar la ganadería exportadora, generadora de renta agraria acumulada fuera de nuestros límites por sólo diez familias de apellido y patrimonios infinitos. 
Cuando el proceso de industrialización se inició, en la década de 1930s, fue en sentido ascendente hasta la crisis de los años setenta y constituyó, con el progreso económico y social del primer peronismo, ciudadanía de mujeres votando y obreros empleados, formalizados y progresando en calidad de vida y ascenso social. Así, muchas naciones en nuestra región, la nuestra entre otras, crearon un incipiente y tardío (pero visible) proceso de modernización productiva, que con el paso de las décadas fue obligando a las viejas clases terratenientes a modernizarse o sucumbir. 
Estos pequeños grupos privilegiados, proyectado en un amplio ciclo histórico, quisieron tapar el sol con las manos. Frenaron la avanzada industrial del siglo XIX, pero no pudieron con la avalancha de frigoríficos e industria liviana de los 1940s. Surgió un nuevo empresario nacional y una clase asalariada urbana anhelante de derechos y poder. Tarde o temprano, como consecuencia de la evolución del mundo de la post segunda  guerra, esas mismas clases obreras votaron, ingresaron a una cultura de migraciones internas y se modernizaron en su concepción y conciencia, ayudadas por la trabajosa estructura social que se edificaba y por el estado periférico local. 
Luego vendría un período caracterizado por una evolución compleja y conflictiva entre intereses modernos y sectores en pugna, en donde los intereses del poder a veces acompañados por desajustes económicos resolvieron transitoriamente en cada etapa de este ciclo sus diferencias con la aplicación de golpes de Estado, buscando debilitar y luego derribar los logros alcanzados. 
El poder, el verdadero poder local en cada estado-nación, aliado a intereses internacionales, dio el golpe internacional, desaforado y cruento, en Brasil, Venezuela, Chile, Uruguay, Bolivia, Argentina, y menos brutal en Perú y Ecuador. Con cada dictadura se reforzaba el conservadurismo político reaccionario con neoliberalismo económico y se desestructuraba la frágil modernidad postkeynesiana. 
Un engendro ciertamente imposible de ver en ninguna nación de este mundo en plena transformación. Ni las potencias centrales dominadas por la socialdemocracia y el estado de bienestar, ni las periféricas con una clase trabajadora urbana demandante y aliada a sectores empresarios innovadores (aunque frágiles), conjugaban semejante cóctel de estupidez e ignorancia.  
Todo evolucionó desigual y controvertidamente cuando esa amalgama de intereses logró borrar nuestra industria, abrió indiscriminadamente nuestras fronteras, empobreció hasta su máxima posición la situación de clases ahora desempleadas y marginadas por años de los beneficios de la nueva etapa, y debilitó por décadas los valores de soberanía, democracia y el espíritu de progreso cultural propio de estas latitudes. 
Después de varios hechos combinados como la crisis de la deuda externa, el agotamiento de las privatizaciones y la conciencia colectiva de las clases sociales excluidas para convertir su marginación en restricciones políticas del modelo, los propios límites de la misma economía hicieron implosionar el modelo neoliberal (salvedad hecha de Chile que ya no tiene un modelo económico de mercado, sino una sociedad de mercado cuyo funcionamiento resulta tan curioso como injusto y peligroso). En Argentina la implosión de la convertibilidad y en Brasil las devaluaciones de 1999 trajeron algunas expectativas de cambio que luego se tradujeron en la reindustrialización de la primera década de este siglo. 
La globalización generó inesperadamente hechos impensables por el mundo financiero. Brasil, Rusia, India y China se convertían con Malasia, Turquía, México e Indonesia en grandes jugadores del comercio mundial. La misma globalización que tempranamente indujo al sobre-endeudamiento, generó un cambio de reglas que permitió que nosotros que funcionábamos en la periferia como dependientes, ganáramos en grados de libertad frente a un mundo lleno de paradojas. Es decir un centro desarrollado avanzando hacia el estancamiento y luego crisis, y países del mundo emergente volviéndose árbitros del comercio mundial. 
Los cambios no se demoraron. Japón se estancaba, Europa en su forzada unión volvía a poner sobre la mesa los límites de su única moneda y EEUU, la gran potencia hegemónica que dominaba el mundo con 34% del PIB mundial, en sólo 10 años cayó a 30% de la riqueza global (gracias al manejo irresponsable del capitalismo financiero superespeculativo), dejando paso a una inesperada China, todos señalan como el país que liderará la economía mundial entre 2018 y 2020. 
En esa revolución de paradigmas sistémicos tres líderes latinoamericanos fueron capaces de poner límites a la desesperada política del ALCA en el 2005, cuando parecía un acto irreverente antes que una decisión soberana de largo plazo.
La independencia de estas políticas dominantes fue liderada por Hugo Chvez, Lula y Néstor Kirchner, quienes con Evo, y más tarde con otros líderes vecinos, se encargaron de consolidar lo que Asia había logrado casi una década antes después de su crisis de 1997. La consigna fue unir fuerzas para ser más independientes. La reunión de Mar del Plata en nuestra región puso fin a un tipo de dominación hegemónica y abrió los caminos para una política de independencia y autonomía que luego derivó en el rol estratégico del Mercosur y la Unasur. 
Primero se nos fue Néstor, más tarde Chávez, permanece Lula con todas sus iniciativas intelectuales y políticas intactas. Están Correa, Cristina, Mujica y el mismo Evo, con perfiles emergentes de economías más prósperas, sociedades más igualitarias y derechos abundantes como para dar pelea por la calidad de nuestras democracias y la independencia de nuestras naciones. No es una tarea sencilla pero hay otro clima y un poder construido que permite otros desafíos.  
Cristina fue recientemente tajante en definir a la última década como ganada y que los líderes protagonistas en ella, en referencia a Hugo Chavez, quedarían sembrados. Incluía a Néstor y a muchos más que dieron lo mejor de sí para que hoy discutamos como ganamos definitivamente esa profundización de una sociedad de mejores y mayores derechos.
Chávez fue uno de los líderes que fue capaz de enfrentar a los poderes globales con las armas de la soberanía. Néstor hizo lo más importante que fue reconvertir el papelón del default argentino en un proceso de soberanía financiera, desendeudándonos de los pesados plomos de la historia conservadora. 
En ese mundo estamos hoy con arquitectos y constructores de una sociedad más igualitaria, independiente y hoy sorprendentemente irreverente frente a las apuestas de quienes desde el Norte nos entienden cada vez menos, como menos entienden al mundo que estamos construyendo. 
Francisco como Papa es un dato ocurrente (concurrente) en este marco de evolución y desarrollo. Es un hecho fáctico que permite inferir que el futuro será diferente a la historia reciente. La elección que desató pasiones será a poco de andar, un paso más de la sorpresa de esta globalización inconclusa, con poder en la periferia y liderazgos novedosos. 
Chau Hugo. Bienvenido Francisco a este nuevo proceso de época que todos soñamos con más libertad y progreso social. Junto a Néstor, Chávez será el referente histórico de aquél proceso que nos hizo más libres y, anticipadamente, más felices. Todos miramos al Papa Francisco con sorpresa y como un enigma que marca un hito en ese mismo camino. 
Qué maravilloso que el dolor de esa pérdida y la alegría del recién llegado nos sorprenda para hacernos más desafiantemente inesperados en la tierra de estos días. 

jueves, 7 de marzo de 2013

FONDOS BUITRES. UN ESCENARIO EXTERNO QUE SIEMPRE NOS FAVORECERA


EL LITIGIO CON LOS FONDOS BUITRES, FB, ABRIÓ UNA OPORTUNIDAD QUE EL MUNDO ANTES VIVIÓ EN OTRAS EXPERIENCIAS. ARGENTINA EN ESTA OCASIÓN, DIRECTA O INDIRECTAMENTE, APOYADA POR SOCIOS TRANSITORIOS Y COMBATIDA POR INTERESES INTERNOS QUE DEJAN AL DESCUBIERTO SU CODICIA SE ALEJA DEL RIESGO GLOBAL.

Cerrar el capítulo de la situación que Argentina tiene soberanamente frente a los Fondos Buitres es uno de los últimos pasos para dejar atrás las consecuencias de años de deudas defaulteadas y políticas económicas que el mundo emergente y exitoso deja hoy a sus espaldas.
Argentina tiene aún un  fuerte debate en los estrados judiciales de EEUU, soberanía jurídica que escogió en su momento la pléyade de funcionarios locales que eligieron ese mundo para endeudarnos sin límites desde la dictadura hasta la colapsada democracia cuya implosión ocurrió en el 2001.
Hoy Argentina tiene más aliados de los imaginables, muchos de ellos distantes de las políticas económicas domésticas que afuera les cuesta aceptar pero que internamente han dado frutos innegables.
Los trámites de esa negociación en camino cada día son más jurídicos e institucionales (incluyendo los financieros), que económicos.
Argentina tiene mucho por ganar si se diera un escenario semejante a la negociación peruana del 2000 y la de Nicaragua casi 10 años más tarde.
Los datos disponibles de la controversia llevan a clarificar muchos temas, insólitamente desdibujados por el debate local, cuyos actores (salvo rarísimas excepciones) parecen jugar a una derrota de Argentina para castigar al gobierno, como si la deuda fuera de esta administración y no del Estado que la tomó y luego con su Congreso la defaulteó.
Paradójicamente muchos funcionarios y parlamentarios que ocuparon prominentes cargos en el pasado opinan sobre los senderos que se siguen cuando fueron arquitectos del descalabro por acción o negligencia. Y otros, claramente están movidos por intereses personales o corporativos de su trabajo profesional cuando no de sus proyecciones políticas de bajo vuelo.
¿Por qué Argentina no puede retroceder frente a la amenaza de un fallo como el del Juez Thomas Griesa y debe litigar hasta que la Justicia ponga de última ratio en orden las relaciones?
1.     Porque si Argentina retrocede ante los Fondos Buitre desmorona toda su estrategia de negociación de desendeudamiento de siete años iniciada por  el gobierno de Néstor Kirchner en el 2005 y continuada con un segundo canje en el 2010 por Cristina Fernández de Kirchner y mantenida hasta hoy.
2.     Retroceder sería así mismo poner en riesgo la continuidad del modelo económico y generar un altísimo problema en el mercado de capitales internacional, siendo esa consecuencia la que será juzgada antes que las consecuencias de profundizar la disputa con los holdouts.
3.     Negociar en condiciones dóciles ante jugadores especulativos profesionalizados sería poner en un pié de igualdad a los bonistas individuales que ingresaron a alguno de los dos canjes con los Fondos Buitre, que he llamado la patria financiera internacional. Los especuladores lograrían  someter leyes y tratados imponiendo el paroxismo de la especulación frente a los esfuerzos realizados para pagar una catástrofe generada por erradas políticas anteriores.
4.     Seria asimismo darle entidad en el marco del debate internacional a actores repudiados en privado y en público por los gobiernos soberanos, pero cuyos intereses cruzados e interrelacionados hacen difícil aún someterlos a un juicio severo que siente precedentes para evitar que extrapolen acciones sobre naciones hoy debilitadas por la crisis mundial (Grecia, España, Portugal, ¿Italia?)
Por último, aún faltando un mes para que el plazo que le otorgó la corte norteamericana a la Argentina se venza, ya se especula sobre una apelación de una de las dos partes involucradas. 
Si el tribunal de segunda instancia rechaza el plan de pago de la Argentina y le obliga pagar el 100% a los holdouts, el país lo rechazaría  apelando a una tercera instancia definitiva. El Banco de Nueva York, BONY, que a grandes rasgos es el encargado de recibir el dinero de Argentina para luego depositarlo en las cuentas de los bonistas, es aliado legal de la Argentina gracias al fallo del juez Thomas Griesa (primera instancia), también se vería afectado por esta decisión, lo que implicaría volver todo a cero y "destruir al estado de Nueva York como plaza para reestructuraciones de deuda" demoliendo "80 años de negocios de fideicomisos de Wall Street". Como bien lo explica Carlos Burgueño (@cburgueno) en su nota: “Esperanza: que la corte niegue una apelación buitre”.
En el caso que la decisión de los magistrados favorezca a la Argentina, aceptando un posible tercer canje (propuesta que todavía debe ser aprobada por CFK previo a ser presentada ante el tribunal), serían los fondos buitre los que apelarían buscando la alternativa de la Corte, lo que sería difícil al no encontrarse una ley federal violada, como sí lo habría en el caso del BONY.
Por lo tanto, si los magistrados la Sala que lleva en la Cámara de Apelaciones Reena Raggi, Rosemary Pooler y David Boies aceptan la propuesta Argentina, es posible que el juicio termine en esa instancia, ya que podría cerrarse la alternativa de apelación impidiéndole a los fondos buitre llegar a la Corte Suprema puesto que se estaría violando una ley federal de EE.UU., mientras que en el caso opuesto, no. 
Por lo anterior, mientras más inflexible sea Argentina en términos relativos, menos margen de maniobra jurídica tiene los FB para lograr éxitos en un su propia salsa.

Si la Sala que lleva el tema de los FB que litigan contra la Argentina fallara en contra de nuestro país, disparará al menos dos grandes incertidumbres que tarde o temprano repercutirán sobre Wall Street y la plaza norteamericana. En primer lugar, los aspectos subjetivos del derecho que serán usados para ese fallo pasarán más pronto que tarde a ser más relevantes que la tradición de los mercados y su protección institucional ante escenarios de default. La “plaza local de Manhattan” ingresa así a un territorio de baja o nula confiabilidad para el clima de negocios y la seguridad de las acciones entre partes.
Por otro lado, la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, salvo que las partes en litigio en la Cámara logre juntar al pleno de los 13 jueces, tendrá un trabajo adicional en este caso postergado por la segunda instancia y dejado a la buena de los sabios y eminentes miembros del máximo tribunal administrador de controversias o delitos de la todavía primera potencial del mundo. Un trabajito que tomará su tiempo.
Es paradójico que la presión a favor de una respuesta positiva para la Argentina por parte del tribunal, además de la fuerte presentación argentina, venga de parte del sistema financiero neoyorquino. De esta manera ese mundo financiero cuestionado ejerce un peso importante sobre las espaldas de los tres magistrados que deberán tomar la decisión final contemplando un posible malestar por parte de los distintos agentes de reestructuración de deuda de Wall Street, y por lo mismo, inclinando la balanza a una decisión favorable a la Argentina.

Finalmente entonces Argentina tiene una oportunidad que la Cámara abrió por el peso de las circunstancias, más pragmáticas que ideológicas. Los sectores que por los medios masivos o por sus expresiones institucionales juegan a la derrota argentina, lo hacen con preconceptos más que por seguridad. Mientras más fuerte sea la posición de defensa de lo realizado por el gobierno ante los acreedores internacionales in toto, más cercana es la probabilidad de defender exitosamente lo alcanzado.